viernes, 7 de enero de 2011

Pequeños relatos


Salió de su casa sin mirar atrás. Solo llevaba una pequeña maleta con sus escasas pertenencias. Todo su mundo quedaba detrás de aquella puerta. Al frente, le esperaba lo desconocido. No sabía si estaba preparada para aquello pero ya estaba hecho. No había dudado ni un instante la propuesta que le había llevado a aquella decisión. Era la oportunidad que le haría cambiar su vida, oscura y aburrida, por un futuro incierto e inquietante, pero que aún así la hacía sentirse más viva. Sus padres ya mayores no podían entender aquello que la impulsaba a irse del pueblo dejando atrás su familia y la tranquilidad de una vida que no deparaba sorpresas. Todos los días eran iguales con las mismas faenas en el campo, las mismas conversaciones, los mismos vecinos, sin dudas, sin miedos, ero lo que habían conocido desde siempre y eso les daba seguridad. Lo desconocido les abrumaba, temían no entender al resto del mundo.
Pero ella estaba dispuesta a compartir su vida con cualquiera que la sacara de aquella rutina, de aquella soledad, de aquel futuro conocido y no deseado que le deparaba el destino. Estaba dispuesta a cambiarlo ó a intentarlo al menos.
El tren se retrasaba y su nerviosismo crecía por momentos. No podía creer que estuviera allí, sola. Se subió sin vacilar  y el revisor fue la primera persona  desconocida que le habló en la nueva vida que acababa de empezar.
Su destino era La Coruña, que no conocía más que de oídas. Allí la esperaba la persona que le había ofrecido entrar de interna en su casa ocupándose de la limpieza y del cuidado de los niños; a poco más podía aspirar una persona como ella, sin estudios, le decían. Pero para ella eso mucho más que un trabajo, era la ventana abierta por la que entraría la vida en su cabeza y en su cuerpo. No le interesaba el dinero, sus necesidades básicas estaban cubiertas en la casa y nunca aprendió a gastar por la simple razón de que no había ni en qué, ni en donde gastar.
Se sentía emocionada y perdida a la vez. Estaba dispuesta a verlo todo, a conocerlo todo,  a aprender todo lo que pudiera sobre cualquier cosa. La casa nada tenía que ver con la suya, ni las calles, ni la gente. Todo era tan distinto a lo que conocía que estaba dispuesta a aprovecharlo al máximo. No le importaba estar sola, sin amigos, si los que tenía se podían considerar como tal o simplemente vecinos. Sus ansias de vida iban más allá de una compañía concreta. 

continurá.....